martes, 21 de mayo de 2013

Primera epístola de Setarcos de Mileto a los pequeñitos de la iglesia de la isla de Encatia.



SALUTACIÓN INICIAL.
Amados
Sea la Paz y el amor de nuestro Señor con todos.
Os escribo para que sepáis que os guardo sin cesar en mis oraciones.
TODOS SOMOS UNO.
Hermanitos, sepámonos que todos somos iguales, todos somos uno. Todos somos, negros, somos negras, todos somos blancos, todas somos blancas, todos somos homosexuales, todos somos lesbianas, todos somos transexuales, todos somos heterosexuales, todos somos travestis, todos somos libres, todos somos esclavos, todos somos cimarrones, todos somos emigrantes, todos somos locales, todos somos prisioneros,todos somos libres, todos somos mayoría, todos somos minoría. Por nuestras venas corre la misma sangre de  todos, la misma sangre de todas. Pero sabed que sobre todo somos cristianos, a secas. Ni católicos, ni protestantes, u ortodoxos. Somos esos pequeñitos de los que habló Jesús, nuestro Señor. De esos, que antes de cualquiera intente hacernos tropezar, le sería mejor colgarse al cuello una piedra de molino de asno, y se hunda en lo profundo del mar.
ESTAD ATENTOS Y ORAD.
Quiero que sepáis que se han propagado unos, con una extraña doctrina de separación, discrimen, condenación y desunión, bajo el nombre de nuestro Señor. Ya no sólo aman al dinero sino que odian a los más indefensos. Os ruego que os cuidéis de ellos y su doctrina, estad atentos y orad. Tienen puesta sus armas contra los hermanitos de la comunidad LGBT. Los vitupera, los pisotean, tiene palabras que rozan el odio, el rechazo y, la separación. Cometen demagogia al compararlos con las desviadas actuaciones contra los más pequeñitos. Olvidan y obvian a algunos que militaban entre ellos que sí han cometido tales acciones. Quienes "predican”, esta apostasía lo niegan, aducen que odian al pecado, pero aman a los pecadores. Sin embargo, profesan palabras encubiertas en una perversa nomenclatura de la Palabra. Se piensan con la autoridad moral de acusarlos y juzgarlos. Sabed bien, que no la tienen. Recordad que sólo hay un acusador, sea reprendido en el nombre del Señor. (No quisiera proseguir sin antes recordaros que perverso, en su etimología, viene a querer decir fuera de la vereda,  fuera de la senda.) Ellos se empeñan en que predican la Palabra para orientar y atraer al camino a nuestros hermanos LGBT. Pequeñitos, recordad que a quienes único Jesús señaló en su primera visita aquí en la Tierra, fue a los mercadores del templo y a los religiosos. A éstos últimos les llamó tumbas blanqueadas. Son como aquellos, los que conocéis como fariseos, que sobreactuaban, lloran y rasgan sus vestiduras para que, dizque, se apreciara su santidad.
Os repito hermanitos, tened cuidado con sus extrañas doctrinas. No olvidéis lo que dijo Pedro, Apóstol verdadero del Señor: "si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema." El evangelio del amor de Dios a todos, a todas.
EL AMOR QUE VENCE TODO
Oro, y sé, que muchos de nosotros ya nos encontramos orando para que ellos, que están lejos de andar en la senda antigua, o beber de la fuente de agua viva, puedan volverse a Cristo. Así podrán promover el Reino de Dios y su Justicia. Ese Reino de los pobres de espíritus, de los que lloran, de los que tienen hambre y sed de justicia, de los misericordiosos, de los de limpio corazón que no odian sino que aman, de los pacificadores, de los que padecen persecución por causa de la justicia, de los que luchan por los derechos humanos y civiles; de los que buscan la unidad y no la separación, la igualdad y no la diferencia.
Quisiera insistiros, pues es el motivo de mi misiva, que oréis para que aquellos puedan volverse a Dios, dejando así ese evangelio perverso. Ellos promueven y hacen un llamado a conquistar  el mundo, pero, ¿cuándo nos envió el Señor a conquistar el mundo? Jesús no nos mandó a apoderarnos de los países o de las nacionales. (Esa fue, dicho sea de paso, una de las grandes confusiones de los primeros discípulos y verdaderos Apóstoles del Señor.) Jesús nos mandó a conquistar almas o, como a Pedro, a ser pescadores de hombres. Los que promovemos la igualdad no queremos apoderarnos del mundo como aquellos aseguran. Lo que queremos es que se reconozcan los derechos a todos por igual. Queremos dar testimonió del amor de Dios que vive en nosotros. El Señor dijo: "tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me disteis alojamiento; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme". Aunque presumiblemente no lo dijo, no es descabellado pensar que Jesús hubiese dicho: " violaron mis derechos y vosotros luchasteis por ellos.” Podemos estar tranquilo, (como nos enseñó), ya que por cuanto esto hicimos a unos de estos hermanos, a Él lo hicimos. Lo que buscamos es la igualdad y la unidad para todos y todas. Practiquemos el amor, la misericordia, la indignación ante el abuso a quienes son los abusados. Oremos para que aquellos dejen de ser como el joven rico, que se fue triste, porque tenía muchas posesiones y prefirió tesoro en la tierra y no en el cielo. Eso sí, al menos, amó a su prójimo como a él mismo. Deseamos con todo el corazón y amor en El Señor, para que estos, también, pequeñitos, regresen a la senda. No les guardéis rencor, más bien esperadlos con los brazos abiertos. Oremos para que sean abiertos sus ojos, su alma, su mente; para que salga el miedo y la confusión de sus corazones y sea remplazado por amor. Porque el amor vence todo.
AMEMOS AL PRÓJIMO Y OREMOS POR ÉL.
Permanezcamos en los dones, sabiendo que de todos el Amor es el mayor y, el odio, el peor de todos los males. No olvidéis que en dos se resume el todo de lo que nos pide el Señor: amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo, a la prójima como a nosotros mismo. Recordad que no se puede amar a Dios, el cual no vemos, si no amamos a nuestro prójimo a quien sí vemos. Amemos al prójimo aunque no compartamos sus ideas, amemos al prójimo aunque no entendamos. Amemos al prójimo aunque nos odie. Amemos al prójimo procurando que sea tratado igual forma que todos y todas. Amemos al prójimo aunque nos ataque. Amemos al prójimo aunque esté en contra nuestra. Oremos por los intolerantes para que el amor de Dios se derrame en ellos.
NO OLVIDEÍS A LOS LÍDERES.
Por último, incluid en vuestras oraciones a quienes os dirigen. Orad para que puedan superar toda presión de la arcaica tradición cultural que encadena la justicia y la igualdad, restringiéndola a un solo grupo. Oremos porque en sus manos está el reconocer la igualdad. Oremos para que entiendan el imperativo moral de la igualdad. Todos con los mismos deberes y derechos. Si los hermanos excluidos tienen nuestros mismos deberes, ¿acaso no merecen los mismos derechos? Oremos para que todos seamos iguales. Oremos para que quienes os dirigen puedan reprender todo espíritu de discrimen y logren establecer la igualdad y el amor que mora en los corazones de los que verdaderamente aman al Señor. Orad para que puedan resistir el ataque de los hijos del odio.   
SALUTACIONES FINALES
Los hermanos de acá os envían muchos saludos junto a los míos propios. Anclaros en el amor, y orad por la unidad e igualdad de todas y todos. La gracia del Señor sea con todas y con todos.
Os amo en Jesús. Sea su paz y justicia e igualdad con vosotros.
http://youtu.be/Cxy5HJUNJv8