Sin apología
el blog de Dámaris Ortega y amig@s
lunes, 22 de julio de 2019
sábado, 23 de febrero de 2019
¿A qué iglesia quieres pertenecer?
Y le podemos añadir la iglesia que se alinea en contra de los inmigrantes, la iglesia que no le da la bienvenida a la comunidad LGBTQ, la iglesia que no le reconoce derecho a las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. Yo quiero ser de la otra iglesia, la que da vida, la que dignifica, la que trasforma, pero que se transforma con la gente que recibe también, no con la que insiste en la retórica de la vida después de la muerte, sino que hace un mejor mundo aquí y ahora. Una iglesia movida por la compasión y el amor, y está comprometida con el proyecto de Dios de amar al mundo y no "odiarlo porque no somos de este mundo."
jueves, 21 de febrero de 2019
sábado, 19 de enero de 2019
lunes, 19 de noviembre de 2018
Dios es progresista, ¿es eso posible?
La idea de Dios ser progresista es algo que nunca imaginé. Posiblemente porque me he creído el cuento de que como Dios no cambia, "Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos," no es posible que a la misma vez sea progresista. Cuál ha sido mi sorpresa al encontrarme con la noción de un Dios que es progresista y de vanguardia, que nos guía a desarrollar nuevas ideas, nuevos caminos, nuevas prácticas, nuevas costumbres, halándonos hacia adelante.
En estos días terminé de leer el libro en inglés llamado: What We Talk About When We Talk About God, escrito por Rob Bell y me topé con este concepto de Dios. ¿Es Dios progresista, con una visión más inspiradora para nuestro futuro de la que podamos imaginar, o está Dios atrás, en el pasado, continuamente tratando de que regresemos a como las cosas eran? A lo largo de mi vida cristiana he escuchado una y otra vez a mucha gente añorar tiempos antiguos, cómo se hacían las cosas antes, cómo se vivía en la senda antigua. Casi como idolatrando el pasado y resistiendo el presente y sus cambios como algo que nos hará perder el alma.
Cuando me encontré con la noción de un Dios capaz de ser progresista presentada por Bell en el capítulo 6 de su libro, me encantó. Por eso lo comparto, porque vale la pena.
En la primavera del 2008, Bell fué orador de un evento de paz en Seattle junto con el Dalai Lama y el Arzobispo Tutu al que acudieron muchos otros líderes religiosos. El propósito de la reunión era hablar sobre maneras de enseñar compasión a las generaciones jóvenes para que el mundo sea uno de más y más paz, y menos violencia.
El cuenta cómo era inspiracional el estar allí, hasta que alguien le dijo que afuera del edificio había una protesta y se preguntó inmediatamente, "¿quién puede pensar que hablar de compasión es una mala idea? Quién podría estar en contra de la paz?" Cuando él pregunta quién protestaba, le dijeron que era un grupo cristiano. Bell cuenta cómo en el evento estaba Dios, siempre presente, con toda la humanidad, guiándole, llamándole, invitándole a vivir en amor, gozo, justicia, igualdad y paz. Sin embargo es posible ser bien religios@s y comprometid@, como quienes estaban protestando afuera, y a la misma vez trabajar en contra de lo nuevo que Dios está haciendo.
Dios siempre está haciendo algo nuevo. Siempre está en la vanguardia, guiando a la humanidad a vivir de una manera nueva. Bell presenta algunos textos del Antiguo Testamento que cuando los leemos hoy día nos horrorizan por la manera bárbara en la que se describen las cosas. Sin embargo, Bell nos señala que en esos textos, Dios está encontrándose con la gente en el momento en la historia en donde estaban, para atraerlos adelante al futuro, siempre llamándoles a un shalom mejor.
Es posible citar la Biblia con la convicción de que se está defiendo la manera de Dios actuar cuando en realidad se está en contra del nuevo mover de Dios hacia el futuro.
viernes, 30 de diciembre de 2016
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